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Obviamente los sistemas de vermicompostaje variarán según la escala de la instalación, las circunstancias de la zona, las características del residuo a tratar y/o el tipo de producto final que se pretenda obtener. Pero en todos los casos será necesario tener en cuenta que hay que mantener unas condiciones adecuadas para el desarrollo y la actividad de los organismos que van a realizar el trabajo de degradación de la materia orgánica. Igual que en el caso del compostaje se pueden clasificar estas condiciones en previas (acondicionamiento) y de control de proceso.


Parámetros previos de cultivo (acondicionamiento)


Si observamos un suelo natural de un pasto donde haya abundancia de lombrices nos percataremos de que la textura de la tierra es esponjosa y suave, no compactada. Por tanto, cualquier sustrato donde se pretenda inocular lombrices para realizar vermicompostaje ha de tener una estructura física porosa, que no dificulte o impida que las lombrices excaven galerías, ni el paso de agua y aire al interior. Es imprescindible que el sustrato esté en condiciones aerobias para que sea posible la supervivencia de cualquier lombriz epígea.

Otro factor directamente ligado con este es el de la humedad. Dentro de los Anélidos el único grupo que presenta individuos de vida terrestre son los Oligoquetos (donde se incluyen las lombrices de tierra), y no todos, ya que muchos son dulciacuícolas, como también otro grupo de Anélidos que son los Hirudíneos. Mientras que los Poliquetos son marinos casi exclusivamente. Por lo tanto estamos hablando de unos animales que han evolucionado desde un medio acuático a uno terrestre, con las adaptaciones que eso conlleva para afrontar determinados problemas como son el mantener la forma corporal en un medio de menor densidad, asegurar un desarrollo del embrión rodeado de fluidos vitales, adaptar los sistemas respiratorios para la captación de oxígeno del aire en vez del agua, adaptarse a la alimentación terrestre y mantener la homeostasis interna. Esto significa que han de tener un control sobre su medio interno, eliminando los productos de desecho metabólico sin que haya una pérdida excesiva de iones y de agua. Para ello han adaptado su sistema respiratorio y excretor a partir del modelo acuático de sus ancestros. Esto requiere segregar un mucus que mantenga húmeda la superficie del cuerpo y permita la respiración cutánea por difusión pasiva; y que su sistema excretor produzca una abundante orina hipotónica para la eliminación de la urea y el amonio. Esto exige que el medio o el sustrato donde estén ha de tener una humedad constante elevada, pero siempre dentro de unos márgenes, ya que en caso de un exceso de humedad o encharcamiento las lombrices también morirían. Esta es otra de las razones por las que el sustrato donde se cultiven las lombrices ha de tener una estructura física que permita una retención parcial del agua y a la vez la percolación del exceso.

Estos dos factores influirán directamente en las características del residuo orgánico con el que se pretende alimentar a las lombrices. Los lodos de depuradora por ejemplo por su elevada humedad y densidad suelen precisar un acondicionamiento previo (bien por su dosificación o mezclado) para poder ser vermicompostado correctamente.

Al ser animales que dependen tanto de la humedad del medio donde se encuentran son especialmente sensibles a la salinidad, ya que deben mantener un delicado equilibrio osmótico para su supervivencia. Una elevada concentración de sales inorgánicas en el medio inhibe la reproducción y llega a ser causa de mortandad.

El amonio es un compuesto muy fácilmente soluble en agua, por lo que al igual que las sales inorgánicas, su elevado contenido en el medio resulta altamente tóxico para las lombrices. Este es uno de los mayores problemas a la hora de tratar de degradar algunos materiales orgánicos como excrementos y algunos lodos de depuradora, a causa de su habitual alto contenido en amonio. Una solución habitual consiste en una previa aireación del material a tratar para que se volatilice el amonio antes de ser suministrado a las lombrices.

Relacionado con estos parámetros está el pH. La mayoría de las especies utilizadas prefieren un pH neutro, aunque hay especies que se desarrollan sin problemas a pHs inferiores a 5,5.

Obviamente también hay que contemplar, o tener en consideración, la posibilidad de una presencia de elementos ó sustancias tóxicas en el material orgánico a vermicompostar. Nunca hay que olvidar que estamos trabajando con seres vivos.


Parámetros de control del proceso

Si en el sustrato y en el material que se pretende vermicompostar se respetan las condiciones anteriores las lombrices comenzarán su actividad detritívora, desplazándose y alimentándose de los restos orgánicos que aportemos. Pero para que el sistema se mantenga y tenga éxito es imprescindible asegurar además que las condiciones del medio favorecen la maduración sexual de las lombrices, su reproducción y el desarrollo y crecimiento de nuevos individuos. Por tanto hay unas condiciones que mantener para controlar un correcto desarrollo del proceso.

En la gran mayoría de los casos la población inicial de lombrices de la que se parte representa una pequeña densidad respecto al volumen disponible del medio. Para que el sistema esté optimizado en cuanto a la tasa de degradación de los restos orgánicos con los que se está alimentando es preciso alcanzar una densidad de población de lombrices adecuada. Si las condiciones del medio son las adecuadas las lombrices incrementarán rápidamente su biomasa, tendrán una mayor tasa reproductiva y se irán consiguiendo nuevas generaciones y cada vez un mayor número de individuos en el medio. Pero la abundancia de población tiende a estabilizarse llegado a un cierto número, como si hubiera un mecanismo de autorregulación, y que cuando el lecho tiende a superpoblarse la tasa reproductiva disminuye. Es el principal parámetro que afecta al crecimiento y a la reproducción, por lo que hay que tener en cuenta que una vez que se hayan alcanzado unas condiciones del medio óptimas y se controlen, la velocidad de degradación del residuo vendrá marcada por la densidad de la población de las lombrices; por lo cual resultará de gran interés el tener un claro conocimiento de la densidad óptima de población para asegurarnos una gran producción de biomasa y una rápida degradación del residuo. Esto supone la necesidad periódica de retirar individuos del medio para que la densidad nunca interfiera sobre la tasa de degradación.

Ya se ha comentado en varias ocasiones que la humedad del residuo resulta un parámetro fundamental para la supervivencia de las lombrices, y el asegurar que durante el proceso se mantenga esa tasa de humedad resulta igualmente necesario. Para ello suele ser necesario realizar riegos periódicos del medio que mantengan la humedad en unos niveles próximos al óptimo, que por ejemplo, en el caso de E. fetida se sitúan en torno al 80-90%.

Aunque el rango de tolerancia de las lombrices a la temperatura es bastante amplio, por lo que en un principio no debería resultar problemático. Sin embargo hay que tener en cuenta que es un factor que afecta directamente al metabolismo de las lombrices, y por lo tanto a su actividad y reproducción, por lo que resulta prudente mantener la temperatura lo más cercana posible al óptimo de la especie. Se considera el óptimo para E.fetida entre los 15 y 20 ºC para la degradación de residuos animales y vegetales, aunque algunos autores lo sitúan en una temperatura del medio de 20ºC.

El mantener el medio en condiciones aerobias es un factor que no solo debe haberse previsto durante el acondicionamiento del material a degradar, es importante recordar que un incremento en el contenido de agua o una posterior compactación del residuo, pueden provocar condiciones de anaerobiosis que resultarían fatales para las lombrices. Por ello, para un sistema de vermicompostaje a escala industrial, sería preciso prever un apropiado sistema de drenaje para los excesos de agua, y a la vez asegurar la porosidad del material, lo que normalmente se produce gracias al desplazamiento de las lombrices.

Los valores de pH también han de ser controlados pues como se ha comentado afecta directamente a la actividad de las lombrices.